domingo, 10 de enero de 2010

La cultura de la pobreza

Frente al eclipse del sistema feudal, las masas campesinas, hambrientas y aparentemente cubiertas por el paternalismo de los señores feudales, irrumpen en el nuevo sistema como necesarias fuerzas de trabajo, tan hambrientas y miserables como antes. La burguesía buscó explicaciones a la pobreza, desde conceptos que cerraran el paso a cualquier interpretación conflictiva para el orden de la nueva sociedad. Desde un principio, los economistas del capitalismo ubicaron la cuestión bajo una concepción individual: el desarrollo personal y colectivo, depende de la actitud de los individuos en lograr la riqueza. Adam Smith y especialmente Malthus, fundamentan la necesidad de la pobreza. La ubican como el mecanismo regulador del crecimiento demográfico, de acuerdo a las posibilidades de la sociedad, y como una amenaza, cuya única vía de salvación es el trabajo. Una conclusión importante de este enfoque, es que la pobreza no es una consecuencia del sistema, al contrario, es el castigo que el capitalismo aplica a los ociosos, a los ignorantes. Los culpables de la pobreza son los pobres. Esta explicación fundamenta a la teoría económica del poder y deja a salvo a la conciencia de economista y poderosos. La caridad, la ayuda, cualquier intervención del Estado a favor de los pobres, es caracterizada como nociva y alarmante. Dice Malthus: Para proveer al mantenimiento de una población numerosa, es necesario una cierta capacidad de trabajo, que pueda ser provista solamente bajo el aguijón de la necesidad. Pero si las instituciones vienen a embotar la puntas de ese aguijón, si los perezosos y los negligentes, en lo que concierne a su nivel de existencia y a la seguridad de su familia, en pie de igualdad con los hombres activos y laboriosos ¿Puede creerse que cada individuo desplegará esta infatigable actividad que constituye el resorte esencial de la prosperidad de los estados?" La única posibilidad que Adam Smith y Malthus admiten en la intervención del estado a favor de los pobres, es la creación de escuelas semi públicas, que enseñen a estos, a salir por sí mismo de la pobreza, esto es, enseñarles a ser in dividuos útiles al sistema. Estas propuestas nos recuerda aquellas lecciones sobre las virtudes del ahorro, que debíamos soportar en la escuela primaria, hasta los años 60, donde nos mostraban la vida miserable que debían sobrellevar los perezosos los que malgastaban sus ingresos, los ignorantes (culpables de ser ignorantes), y como eran salvados por damas nobles y generosas, mediante las famosas “sociedades de beneficencia”. En estos tiempos de pueblos estafados por ministros de economía y banqueros de todas laya, estas lecciones desaparecieron de los programa de enseñanza.
La realidad de los comienzos del siglo XXI, nos indica la justeza de la afirmación de Bertold Brecht, hecha hace casi cien años: “Más delincuente que el que roba un banco, es el que funda un banco”
Bertold Brecht
Carlos Marx enfocó el problema como el resultado de la organización de la sociedad. Marx sostiene que la pobreza es un derivado natural y necesario de la producción capitalista y del proceso de acumulación del capital. Desde su origen, el capitalismo busca los medios que le permita obtener las máximas ganancias, para ello necesita controlar los medios de producción, en este proceso encuentra dos problemas: uno, el de asegurar su posición: el otro, resolver la utilidad de los excedentes de producción creados por el sistema. Para resolver el primer problema, el poder político le permite instrumentar mecanismos “legales” que garanticen sus privilegios; el poder social, a través del control de los medios de difusión, le permite difundir e instituir su ideología, manejando la información, de manera que la población, sólo tenga como cimiento de aquellas cosas que el sistema le permita. Afirmando la tesis de Carlos Marx, en función de lograr el máximo lucro, el capitalismo crea y mantiene un porcentaje importante de desocupados, lo cual le garantiza controlar y sostener un bajo nivel de salarios, usando a estas masas de desocupados, como rehenes en las negociaciones que se produzcan
Nuevas definiciones Una de las propuestas más aceptadas, dice que cada sociedad, cada nación, tiene necesidades particulares, socialmente aceptadas, de manera que aquellos que no las tengan resueltas, constituyen el sector de la pobreza. Esta definición, lleva implícita la afirmación de que la pobreza no es la misma en todos los países, lo cual contiene un margen de verdad. Mientras que en EE.U, la posesión de un automóvil y un fuerte paquete de acciones, señalan estar a salvo de la pobreza, en América Latina los equivalentes serían una minúscula propiedad y un ingreso mensual asegurado. El hecho que evitan mencionar los ideólogos del poder, es la íntima dependencia entre el desarrollo en unos países y el subdesarrollo en otros. El capitalismo produjo como un hecho natural, el traslado de las riquezas de los países dependientes, hacia las metrópolis, con la deformación de las sociedades originales. Una contradicción del capitalismo, es que el desarrollo económico, tanto de la empresa como la del estado, en lugar de proveer fuentes de trabajo, produce una mayor desocupación. Esto es, por el siguiente mecanismo: · Creación de nuevos productos, lo cual significa nuevas industrias y nuevas especializaciones. · Eliminación de las industrias reemplazadas · Modificación de la calificación de la mano de obra requerida · Desarrollo tecnológico, que significa el reemplazo de mano de obra por máquinas
La pobreza en Estados Unidos Según la oficina del Censo de los EE.UU. en ese país, había, en 1995, 36,5 millones de pobres, que representan el 13,8 % de la población. Tomando como base la idea de que la pobreza se debe a responsabilidades personales, tendríamos que aceptar que tal situación se produce en cualquier lugar, momento o familia, no existiendo síntomas que permitan ubicar a la pobreza en ninguna categoría social. Pero un análisis de sus componentes en EE.UU. permite identificar factores indicativos de un mayor riesgo en sus posibilidades de ingresar en esta categoría. La raza. No pertenecer a la raza blanca La edad, tener entre 14 a 25 años, o más de 64. El sexo. A igual tarea, la mujer recibe un salario menor. La educación. No haber completado por lo menos 9 años de escolaridad. La composición de la familia. Cuando el jefe de familia es una mujer. La residencia. Vivir en barrios de mala fama o en zonas rurales. El primero de los factores. El 95 % de la población no blanca, pertenece a la raza negra. De este sector, el 49 % vive en la pobreza. Un investigador católico Michael Harrington, afirma que: Nacer negro es la desvalidez más profunda que los Estados Unidos puede imponer a un ciudadano” Según su informe, los negros en Estados Unidos, están concentrados en los empleos más sucios de más bajo salario. La calificación no es la única barrera que encuentran los negros. Cuanta más educación, se deberán enfrentar con nuevas discriminaciones. En el caso de los profesionales, dice Harrington: “El doctor o el abogado encontrarán extremas dificultades para practicar en un vecindario blanco. Tarde o temprano serán confinados en el ghetto, y puesto que sus camaradas negros son pobres, no recibirán tanto dinero como sus colegas blancos. El negro universitario, se encuentra a menudo atrapado dentro de un sistema educacional de segregación, en el cual, los colegios negros tienen bajos salarios, poco equipo, pocas bibliotecas, etc”. Otro de los factores señalados como riesgo de pobreza, es vivir en zonas rurales. Según estudios realizados sobre el siglo XX, del total de las familias pobres, el 30 % tenía una residencia en zona rural no agrícola, y el 16 % vivía en una granja. Hay más de un millón de estas, que están ubicadas en el escalón más bajo de la agricultura norteamericana. Sus casas están en su mayoría en ruinas y no tienen agua corriente o desagües. De las familias rurales pobres, el 55% pertenecía al sud. Aquí se manifiesta además el conflicto racial. En Estados como MIssissipi, el granjero negro pobre, sufre la presencia del Ku Kux Klan, o del Consejo de Ciudadanos, que suelen usar la violencia, hasta el asesinato. La sociedad norteamericana va derivando hacia una economía de apartheid. Unos pocos, el 20 % de mayores ingresos, concentra las riquezas creadas por la nueva tecnología y los nuevos sistemas de trabajo; el resto tiene estancados los ingresos o pertenece a la zona de la pobreza. Naturalmente los gastos en seguridad y represión, serán cada vez mayores.
La pobreza en los países pobres Un información de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación) dice: “En los países subdesarrollados, los ricos y los privilegiados, comen siempre según su hambre, mientras que los pobres no tienen siquiera de donde procurarse lo estrictamente necesario” Así como los conceptos de salud, vivienda, educación, son definidos con mayor precisión, a medida que la ciencia progresa, el concepto del hambre como un hecho social, ha sido objeto de una caracterización científica y precisa. El primer director de la FAO, Lord Boyd Orr, en su prólogo del libro de Josué De Castro “Geopolìtica del hambre”, dice: “El término hambre, debe ser perfectamente definido. En el pasado se utilizaba paras designar la falta de alimentos necesarios para satisfacer el apetito (…) El autor (J. De Castro) sin embargo, lo emplea como la falta de cualquiera de los aproximadamente cuarenta elementos nutritivos, indispensables para salvaguardar la salud. Esta falta producirá una muerte prematura, aunque no implique forzosamente la inanición por falta de alimentos (…) si este es el sentido que se da la palabra “hambre”, veremos que según las estimaciones efectuada antes de la guerra, la sufren las dos terceras partes de la humanidad”. Según las últimas cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en la actualidad, (2009), un 34% de la población (189 millones de personas) viven por debajo del umbral de la pobreza. De acuerdo con el Banco Mundial la distribución de los beneficios del progreso mundial continúa siendo extremadamente desigual y hoy por hoy “el ingreso promedio en los 20 países más ricos es 37 veces mayor que el de las 20 naciones más pobres; esta brecha se ha duplicado en los últimos 40 años”. (Banco Mundial, 3-5-2000) La distribución de la riqueza Existe unanimidad en los organismos internacionales en que América es la región más inequitativa del orbe. Los datos disponibles testimonian esa situación.La estructura de distribución del ingreso es la más regresiva internacionalmente. En América Latina, el 5% más rico, recibe más que en ninguna otra parte del mundo: 25% del ingreso nacional: el 36% más pobre, recibe 7,5%. El 10% más rico de toda la región, tiene un ingreso que es 84 veces el del 10% más pobre. La inequidad latinoamericana no sólo se presenta en el plano de de la distribución de los ingresos, Afecta otra áreas claves de la vida, como el acceso a activos productivos, a créditos, a las posibilidades de educación, a la salud y actualmente el ingreso al mundo de la informática. Estos países están dominados por familias, multinacionales, monopolios, que manejan poderes locales, superiores a los que acceden las grandes sociedades en los países desarrrollados. Una cantidad minúscula de propietarios, es dueña de las tierras fértiles. El 1,5% de los propietarios, acapara el 65% de las tierras explotables. En estos latifundios se cultiva una minúscula parte, hasta donde los intereses del propietario lo demanden, y teniendo en cuenta que requiera el mínimo de mano de obra. En Asia, o en el Lejano Oriente, los latifundios del modelo latinoamericano, no son comunes, Sin necesidad de acaparar grandes extensiones, los propietarios poderosos, ocupan las tierras más ricas, utilizando al campesino como jornalero o aparcero, bajo un régimen que les obliga entregar a los propietarios, la mayor parte de su cosecha. Las villas miserias Las miserables condiciones de vida en las zonas rurales, llevó a los campesinos a buscar una salida en las grandes ciudades. Esto, como punto de partida, significa un nuevo castigo al habitante de los países pobres. Los antiguos griegos, consideraban al destierro, como un castigo más grave que la muerte. Hay una abundante literatura sobre la triste condición del exiliado político. Pero, el del habitante rural, condenado a vivir despojado de su paisaje, de su ámbito natural, es un destierro que sufre desde la llegada de los conquistadores al continente. Esta invasión de las ciudades por las masas campesinas, produce un círculo vicioso. Llegan en míseras condiciones económicas y con muy pocas posibilidades de lograr un trabajo digno; al mismo tiempo, la demanda de vivienda que esas mismas masas provocan, produce una feroz especulación sobre la propiedad urbana. Esto lleva inevitablemente a este pobre individuo a sumergirse en las villas miserias, favelas, barriadas, callampas, bidonville, o cualquier nombre que reciben estas feroces fotografías del “humanismo” del capitalismo. Son asentamientos en terrenos, generalmente públicos; desde un principio sufren la amenaza de ser desalojados, erradicados, reubicados, inendiados, víctimas de razzias policiales. destruidas sus viviendas por las topadoras, según el clima políico.
Una villa típica de Buenos Aires
Esta permanente amenaza, provoca que sus habitantes no tengan interés en mejorar sus viviendas. proboca que sus habitantes no tengan interés en mejorar sus viviendas. Sólo en caso de lograr algunas garantías, se puede algún progreso edilicio. Este fenómeno no se registra sólo en América Latina o en el "Tercer Mundo", sino que se extiende en toda la sociedad capitalista. No puede ser calificado como un problema de vivienda, sino como un proceso de margialidad. Esta no esprivativa del subdesarrollo, ya que ocurre también en las sociedades más avanzaas; es cierto que allí no tiene las características dramáticas de nuestros países ni está asociado a la dependencia. Los villeros, como se los conoce en nuestro páis, soportan una permanente campaña de difamación y persecución, organizada poe el,poder financiero, instrumentada por las fuerzas polciales y sostenida y difundida con notable entusiasmo, por la mayoría de la prensa y de la sociedad en general, poniendo en evidencia la cultura fascista que nos legó la dictadura.
una favela(Brasil, Paraguay)
Es lamentable escuchar a periodistas, cubriendo la nota de un asalto, señalar, aunque no tenga nada que ver, la proximidad de una villa. Esto es instalar subliminalmente la idea de que el origen del delito está en la villa. Los que violaron sistemáticamente la Constitución Nacional, los Derechos Humanos; los que sumergieron al país en la condena de la deuda externa, los cómplices políticos de los banqueros que robaron los dineros de los ahorristas; los que se enriquecen con los niños hambrientos, o con los inundados; los capitalistas del narcotráfico; los que fundieron la industria, nacional; y tantos otros de la misma calaña, no surgieron ni viven en las villas miserias. La cultura de la pobreza El antropólogo Oscar Lewis, publica a mediados de los años 50, Antología de la pobreza”. La importancia de este trabajo es la de iniciar un nuevo enfoque en la tarea de los antropólogos. “…servir como estudiantes y relatores de la gran masa de campesinos y habitantes urbanos de los países subdesarrollados, que constituyen el 80% de la población del mundo”. Lewis sostiene que la pobreza, determina por sí, un patrón de vida, transmitida por generaciones. Este patrón, fue lo que definió como “cultura de la pobreza”. Afirma que sus normas de conducta y sistema de valores, generado por la situación de despojo y de carencias, trascienden la fronteras nacionales y regionales, tomando características universales. Este sector de la sociedad no está al margen de las pautas culturales de sus sociedades nacionales. Considerando esto, Lewis reconoce que las características que él establece, deberían denominarse subcultura. De todas maneras, el concepto que se difundió y aceptó fue el de cultura de la pobreza. Uno de los conceptos nuevos de Lewis, es que estas culturas en las naciones modernas, no obedece sólo a su marginación económica ni a sus carencias, sino que contiene rasgos positivos, creando algunos alicientes, sin los cuales sería absolutamente insoportable imaginar la vida. Esta cultura es la demostración de la capacidad creativa de los pobres: “Representa un esfuerzo por combatir la desesperanza y la angustia motivadas por la improbabilidad de triunfar, de acuerdo con los valores y la finalidades de la sociedad en general”. La aparición y desarrollo de esta cultura sólo es posible en el marco de la sociedad capitalista. Este fenómeno no se produce en los pueblos primitivos, cuyas carencias son consecuencia del aislamiento, de una tecnología primitiva; pero sus resultados se manifiestan en toda su sociedad y no en un sector. Tampoco incluye necesariamente a propietarios y campesinos. Se manifiestan en el sector más bajo de la sociedad: los trabajadores más explotados y la enorme masa denominada lumpen. Lewis analizó bajo qué circunstancias se produce esta cultura, determinando los siguientes factores: * Economía monetaria. Trabajo asalariado y una producción sólo con fines utilitaríos. * Permanente y elevado índice de desempleo y subempleo para el obrero no especializado. * Bajos salarios. * Ausencia de organización social, política o económica, por falencia de su dirigencia o por imposición estatal. · Un sistema de valores impuesto desde la clase dominante, basado en la acumulación de riquezas y propiedades. · Un afán de ascenso social, descargando la culpa de las indigencias a la incapacidad personal. Estos factores, no son independientes, entre si. Hay una relación mecánica entre el objetivo de lograr un lucro máximo y los bajos salarios; y éstos son posibles, en tanto haya un mayor índice de desempleo. El último de los, factores indicado por Lewis, apunta a lo que Chevalier llamó, moralizar el ingreso, es decir, eludir el papel que cumple en el sistema, adjudicando la existencia de la pobreza, a la falta de determinados valores. Al sostener el mito de la responsabilidad personal, la clase dominante oculta las verdaderas causas, justificando y legitimando sus privilegios. Lewis señala una serie de rasgos comunes, al sector de la pobreza. Unos, vinculados con la sociedad en general: · Un marcado fatalismo, acompañado de un escaso sentido de aspiración para elevar su nivel de vida. · Falta de participación e integración en las instituciones (partidos políticos, sindicatos, iglesias, etc.) Este factor se ve alimentado por su crónica carencia de dinero, causado por el desempleo o los bajos salarios, lo cual provoca imposibilidad de adquirir bienes, reservas alimenticias, etc. · Su adhesión a santuarios o cultos populares. Otros factores, se vinculan a la relación interna. Las condiciones de vivienda, a menudo en estado de hacinamiento, produce distintos resultados: · En muchos casos, la promiscuidad se vive dolorosamente, y en otros con tanta naturalidad, que los problemas, conflictos o celebraciones, personales familiares, son compartidos con los vecinos. · Produce un fuerte sentido de comunidad. Entre los jóvenes se desarrollan amistades, en muchos casos para toda la vida. Asisten a las mismas escuelas, los mismos lugares de esparcimiento, los mismos círculos: a menudo provoca la unión de parejas. Los adultos se visitan o frecuentan regularmetne, comparten los problemas. · Crea recursos propios, tales como empeñar bienes personales; recurrir a usureros, pagando altísimas tasas de interés; organizar sistemas de créditos entre vecinos; compra de alimentos en cantidades mínimas, tantas veces al día, como los neeesite. También hay factores familiares: · Particularmente no existe la posibilidad de vivir la infancia. Las duras condiciones del medio, no permite disfrutar de la inocencia, ya que deben tomar conciencia prematura de su necesidad de supervivencia. · La iniciación sexual, demasiado precoz. · Es habitual, la unión de hecho, sin recurrir al matrimonio legal. Esto tiene fundamentos prácticos. Al no tener trabajo permanente ni medios de afrontar los gastos y complicaciones que demanda el matrimonio, el hombre no tiene nada para dejar como herencia, la unión libre, permite a las mujeres retener su derecho sobre los niños. · El alto índice de abandono de mujeres e hijos. Esto trae como consecuencia, la conformación de familias centradas en la madre, y un mayor contacto familiar con los parientes por línea materna. Posibilidades de superación Si seguimos la línea de razonamiento de Lewis, nos vamos a encontrar con un callejón sin salida. La idea de que la pobreza se transmite de generación en generación, nos dice que el mecanismo de transmisión, son los niños. Estos, desde que nacen, reciben mensajes, códigos, pautas, conocimientos de un modelo de vida y de cuáles son las posibilidades que tiene. Esto significa que, llegado a joven y adulto, no tiene la perspectiva ni el afán para buscar oportunidades de emerger del marginamiento. Este razonamiento condujo a los oficiosos de siempre, a plantear que este círculo vicioso, se debe al papel que desarrollan los mismos pobres en la transmisión de su situación, reforzando la tesis de que los únicos culpables de la pobreza, son los pobres. Esta postura deja de lado el hecho de que el origen de la situación, es de absoluta responsabilidad del sistema y del Estado que no velan por el bien común, sino por el bien de una clase, desprotegiendo a la otra. Que los pobres, por sí, no disponen de los mecanismos para modificar la marginación. Afortunadamente la vida nos ofrece respuestas, ddonde se rúñenla teoría y la práctica. Una de ellas, es Cuba, un pueblo condenado desde el arribo del capitalismo, al último escalón de la miseria y todas sus consecuencias: analfabetismo, mortalidad infantil, subalimentación, prostitución. La revolución transformó de tal manera a ese pueblo, que hoy es el mayor generador en el mundo latinoamericano, de intelectuales, profesionales, educadores, investigadores; elevando el nivel de vida, a pesar de las carencias y de los efectos del miserable y terrible castigo del aislamiento al que lo sometieron los países integrantes del “mundo libre”. La conclusión a la que puedo llegar, es que Lewis no deja de tener razón, cuando presenta el tema como un callejón sin salida. Esto es así, dentro del mundo capitalista, que ofrece como único escape, el azar, el golpe de suerte, o el enriquecimiento ilícito. La solución de fondo, el cambio colectivo, sólo puede llegar por vía de un cambio que nos ofrezca un modo de vida, donde el individuo universal sea el eje de sus preocupaciones.

sábado, 9 de enero de 2010

La cultura de las grandes ciudades

Este infernal hacinamiento de seres humanos no es un habitat natural ni tradicional en la historia del hombre.
A mediados del siglo XIX, la revolución industrial produjo, entre otras cosas, el amontonamiento de los seres humanos en las ciudades que, finalmente, nos encierran. Las fuentes de energía, eran el agua y el carbón,

Londres, siglo XIX 
El nuevo fenómeno social, la fábrica, fue ubicada cercana a estos elementos, con dos consecuencias: la concentración de población a su alrededor, y el desmantelamiento rural, significando la pérdida de un concepto de vida.
La vivienda aislada, la familia dedicada a la explotación de la tierra, significaba, al margen de lo económico, un sólido grupo familiar, con una fuerte definición del lugar del padre, de la madre, del hermano mayor.
El eje de la riqueza es ocupado por el comercio, la banca, la usura. El transporte de los productos elaborados por las fábricas y la red comercial naciente, exigieron la construcción de rutas de comunicación.
Esta nueva forma de vida, transforma las viejas ciudades y crea otras, no como resultado de una planificación, sino generadas por enormes aglomeraciones industriales. Un momento significativo se produjo en la Francia de Napoleón III. Habiendo resuelto la remodelación de París, se encomendó esta tarea a un empresario, Eugenio Haussman.

París - 1840
Este tuvo presente el desarrollo de la insurrección de 1848 que, si bien había terminado con la monarquía, fue escenario también de la fraternidad de la guardia nacional con los obreros. Las calles de París fueron bloqueadas por más de 2 mil barricadas levantadas con los adoquines de las mismas calles angostas y sinuosas, dificultando la represión militar.
Su proyecto para la nueva ciudad descansaba sobre algunos de estos conceptos: "Aislar los grandes edificios, palacios y cuarteles, de manera que resultaran más agradables... y simplificaran la defensa en momentos de revuelta... Asegurar la paz pública por medio de la creación de amplios boulevares que no sólo permitieran la circulación del aire y de la luz, sino también el fácil acceso y movimiento de tropas. Con esta ingeniosa combinación, el destino del pueblo se verá mejorado y su continua disposición a la revuelta disminuirá".Trazó así, las grandes avenidas, arterias circulatorias del París moderno, para ello, hubo que demoler los barrios obreros, desalojados hacia los suburbios, que “casualmente “no tenían servicios sanitarios. En cada extremo de la ciudad, creó dos espacios verdes. El de Bolonia, destinado a la distracción del mundo elegante, y el de Vincennes, para la gente humilde.
Estos conceptos urbanísticos, fueron el modelo de las grandes ciudades en el mundo occidental, incluso en nuestro país. Anchas avenidas, conectando toda la ciudad, los edificios públicos, aislados y protegidos, las clases humildes desplazadas hacia los suburbios.
En lo que se refiere a obras públicas, las dictaduras militares, se caracterizan por pavimentar las ciudades y las rutas. Esto no responde a una preocupación por mejorar las condiciones de vida, sino a facilitar el movimiento de tropas represión, en el caso de protestas populares.
América Latina
En América Latina, la urbanización fue determinada por los conquistadores europeos, quienes se establecieron en la costa marina, para expandirse hacia el interior, en busca de las riquezas del continente. Las nuevas ciudades, no fueron el producto de las necesidades de cada región, sino de los intereses de los invasores.
El modelo fue tomado de Las Leyes de Indias, manzanas cuadradas extendidas hacia los cuatro puntos cardinales, salvo que sean detenidas por algún accidente geográfico, como en Buenos Aires, detenido hacia el este, por el río.
Se reproduce en América, un mismo modelo: un centro urbano ubicado en la costa y una periferia interior, sometida a una doble dependencia: con el imperio europeo y con la burguesía portuaria
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Buenos Aires, en la colonia

Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, Río de Janeiro, San Pablo, Caracas, La Habana, fueron cabezas y parásitos. Saladeros, frigoríficos, ingenios, industrias naturales de la costa y la pampa húmeda, fueron visualizados sólo como puente de exportación de materias primas, impidiendo el desarrollo de industrias locales. Las oleadas inmigratorias y las masas campesinas, obligadas a abandonar su lugar natural por falta de trabajo, se instalan en estos centros urbanos.
En nuestro continente se produce entre un mediano a elevado desarrollo de urbanización, con un bajo desarrollo social y económico, y una evidente desigualdad industrial
La población urbana es destinada a tener tareas terciarias: comercio, servicio y cargos burocráticos. Estas funciones no son significativas desde el valor de la producción, de la imaginación aplicada a su labor; la relación del individuo con su trabajo, es de rechazo y de una enorme insatisfacción interior.
La ciudad cabecera mantiene a las del interior en una perversa dependencia, La red de servicios de las ciudades del interior, es el medio de extracción y traslado de riquezas a la ciudad capital, que las devuelve en mínima medida y en forma de servicios, ya que el excedente económico, sólo enriquece a los empresarios ligados a los intereses de la gran ciudad
La especulaciónEl sistema liberal, basado en el concepto de la propiedad privada, otorgó “patente de corso” a los capitales nacionales y extranjeros, por medio de leyes, ordenanzas municipales y de organizaciones creadas para sostener a la especulación, otorgando concesiones para darle el control, del suelo urbano, determinando su valor, no como un bien social sino como mercancía.
El plan de Bernardino Rivadavia, de dotar a Buenos Aires, de una avenida ancha cada cuatro cuadras, sigue siendo un proyecto. Incluso en momentos especiales, que técnicamente posibilitaban el replanteo y la modernización, fueron expresamente impedidos. La ciudad de San Juan. Luego del terremoto de 1946, quedó totalmente destruida; hubo planes para construir una ciudad moderna, trasladándola a un lugar más resguardado de movimientos sísmicos.
Terremoto en San Juan
Los intereses inmobiliarios pudieron más que los intereses de la población. Se reconstruyó la ciudad, en el mismo lugar.
Otro ejemplo, es el de Brasilia. La idea de su fundación, fue la de alejar la capital, del eje Río de Janeiro-San Pablo, en la costa atlántica, base de operaciones de la dependencia, para abrir una puerta de contacto con el interior, salvajemente postergado. Brasilia es un símbolo de la estructura burocrática, mientras el poder sigue radicado en la costa.

PropuestasAlgunas de las ideas de una ciudad moderna, apuntan a resolver la relación de la vivienda con el medio ambiente, luego surgieron proyectos que consideraban resolver las relaciones de la vivienda con los servicios y de las viviendas entre sí.
A fines del siglo XIX, surgió del socialismo utópico, la idea de una ciudad jardín. Una sociedad anónima sería propietaria del terreno, y cada habitante, dueño de la vivienda. Sería una ciudad autosuficiente, con equilibrio entre la agricultura y la industria. Sólo una sexta pare sería ocupada por viviendas e industrias, y el resto, destinado a la agricultura.

Lechworth
Uno de estos soñadores, Howard, realiza su primer experimento en Inglaterra. La ciudad jardín, Lechworth, a 50 Kms. De Londres. Varias décadas después de su creación, no logró ni la mitad de la población imaginada. Howard funda una ciudad jardín, que, al estar cerca de Londres, brinda la posibilidad de trabajar en la gran ciudad y vivir en el campo. En realidad significó, no vivir en ninguno de los dos, ya que al tener sólo una relación laboral con la ciudad, no goza de sus beneficios; y para la vida rural, apenas si le queda tiempo para dormir.
De todas maneras, significa el antecedente de los barrios periféricos de la clase media, primero en Estados Unidos y luego en América Latina.
Preservar la vivienda del caos, la contaminación y la promiscuidad de la ciudad, es un sueño del ideal burgués, manifestado en la evolución de las ideas arquitectónicas.
Uno de esos proyectos fue el de racionalizar el uso del suelo, en contra de las parcelaciones desordenadas y confusas, construyendo torres bloks, rodeados de espacios verdes, destinados al aprovechamiento del tiempo libre, la práctica de deportes y liberado de la presencia de automóviles. En otro sentido, los materiales y técnicas usadas en la fabricación de automóviles, barcos y máquinas, encandilaban a estos teóricos.

Le Corbusier
Le Corbusier, propuso gigantescos edificios, con viviendas con equipamiento mínimo, Calles en altura, con comercios y servicios. Los techos reservados para jardines, gimnasios y guarderías. Las plantas bajas, libres de edificación, destinada a actividades sociales y deportivas. Los edificios se construirían sobre pilotes. La idea completa, fue construir modelos que alberguen a más de 3 millones de habitantes.
El racionalismo aplicado a estos proyectos, busca, desde un punto de vista funcional, un nuevo orden, destinando a cada sector de la ciudad una actividad distinta: habitación, trabajo, circulación, esparcimiento. Determinar el tipo de circulación, según el tránsito que demanden. Definir las características de agrupamientos mínimos en cada sector, con sus propios servicios y un movimiento circular, que no interfiera.
Estas ideas, pioneras en los proyectos urbanos actuales, parten de la visión de un mundo construido sobre abstracciones sociales. Son ciudades imaginadas para un hombre biológico, no social. Resultan finalmente mesiánicas, al considerar que una organización perfecta del espacio urbano, puede resolver las contradicciones y los enfrentamientos sociales.
Muchas de las propuestas de Le Corbusier, en apariencia puramente técnicas: las formas de vida digitadas por arquitectos y computadoras, son una buena herramienta para los sectores dominantes, en su búsqueda de centralización monopólica de la economía, y una sociedad burocrática de consumo. El urbanismo es absorbido por el mercado, convertido en valor de cambio.
En aquellos, lugares donde se aplican estos conceptos, el resultado fue la destrucción de la vida urbana. En cada sector se duerme, se trabaja, se compra, se divierte; entre un espacio y otro, se circula, sin la animación y el sentido que sólo le puede dar la presencia humana.
La imagen de las ciudades, con sus calles coloreadas por las diversas actividades, generadas por necesidades o placeres del hombre, corren peligro de extinción, amenazadas por estos planes de orden abstracto, una ciudad regida por un estricto racionalismo, ideal, para tener una población vigilada “ordenada” y reprimida.
Este no es un problema que pueda encontrar solución en una oficina burocrática ni en un estudio de arquitectura. Es fundamental partir desde la dimensión humana y atender la calidad vida necesaria, para un ser, que es social, pero desde su individualidad.
Algunos estudiosos del tema, centran su atención en los habitantes de los barrios marginales. El problema es mucho mayor. Incluye el hacinamiento, no sólo en los barrios obreros, sino también en los céntricos; la enormidad de viviendas obsoletas; las desocupadas por especulación; la permanente migración del campo; el crecimiento vegetativo de la población urbana.
El deficit habitacional en América Latina y el Caribe, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), crece cada año en proporciones alarmantes. Mientras anualmente la demanda de vivienda crece 2.5 millones de unidades, sólo 1.5 millones son cubiertas por la oferta”, indica este informe.
Además, un estudio del BID encontró que la brecha en cuanto a la propiedad de la vivienda con servicios en áreas urbanas es de casi el 40% en América Latina. Esto significa que, de cada 10 familias que habitan en las grandes ciudades de países de la región, al menos cuatro no son propietarias.
Buenos Aires, hoy

Según el BID, en la región están cuatro de las 20 ciudades del mundo con más de 10 millones de habitantes, y también 55 de las 414 ciudades con más de un millón de personas. En esas 55 urbes habitan 183 millones de personas, “un tercio de todos los latinoamericanos”, dice el BID.
Un estudio que hizo el BID en 1995 concluye que el “déficit cuantitativo (número de familias sin vivienda) se calculó en 28 millones de viviendas, y el déficit cualitativo (viviendas sin conexión de agua corriente) en 25 millones de viviendas”.
Pero cálculos más recientes de la misma entidad multilateral de crédito indican que, desde la fecha del estudio citado, no sólo se ha incrementado el déficit de vivienda en la región, sino que la brecha entre los países es demasiado alta.
Los partidos politicos; organismos internacionales y nacionales; fundaciones; estudian y proponen soluciones. Pero ninguno de ellos apunta al centro del problema. No existe posiblidad de solución, en tanto la vivienda esté calificada como mercancía, sometida a las leyes del Mercado, aún más grave, un Mercado con una creciente dominación de la concentración monopólica.
Un planteo distinto sería crear una industria pesada de la construcción, que baje los costos y elabore planes que no tengan como meta el lucro, sino la inversion del excedente, en nuevas construcciones, Claro que un plan de estas características, estaría enfrentado con las políticas de dependencia económica y política. Si bien, posiblitaría planificar desde los siguientes interrogantes: ¿Qué tipo de viviendas se deben construir? ¿Qué formas de vida deben alojar? ¿Qué ciudad integrarán o crearán? ¿Qué país queremos? ¿Qué sociedad construiremos?
Entiendo oportuno citar algunos párrafos de un documento presentado en 2006, a los Ministros de Vivienda y Desarrollo Urbano de América Latina y el Caribe, por los Movimientos Sociales Urbanos:
Carta abierta de los movimientos sociales urbanos a los Ministros de Vivienda y Urbanismo de América Latina y el Caribe XV Asamblea General de Minurvi, Montevideo, 4-6 de octubre de 2006.
Señores Ministros:
La mayoría de los Estados de nuestro continente han firmado convenios y tratados mediante los cuales se han comprometido no solo a satisfacer la necesidad de vivienda e infraestructura a sus habitantes, sino a cumplir y hacer cumplir el Derecho a la Vivienda, considerado como un Derecho Humano Fundamental para todos los habitantes del planeta.
. Vemos a la luz de los hechos, que tales objetivos no se han cumplido: abandono de los Estados de las políticas habitacionales populares a favor de los sectores inmobiliarios y financieros, la persistencia de los desalojos forzosos en numerosos países. Causas:
• las políticas implementadas por la mayoría de los gobiernos del continente ha estado al servicio de las orientaciones desacertadas de los organismos internacionales (Banco Mundial, BID, FMI, TLCs) las cuales dan la prioridad al pago de la deuda externa.
• las inversiones especulativas en el sector urbano, la construcción de grandes infraestructuras a modo de megaproyectos financiadas principalmente por inversiones extranjeras;
• las migraciones internas e internacionales debido a la destrucción de los pueblos originarios por la monocultura agrícola y el sector de pesca industrial;
• el abandono del Estado de bienestar social por procesos de privatizaciones y liberalizaciones del sector inmobiliario, de la renta y los servicios básicos;
• los factores geopolíticos de distinta naturaleza que se dibujan en América Latina, como las guerras internas (principalmente Colombia y México en Chiapas y ahora Oaxaca) y el bloqueo económico de Cuba, la presencia de la narcopolítica entre otras.
Los resultados de la llamadas políticas de hábitat de los gobiernos de nuestro continente, en lo fundamental han tenido como orientación básica el modelo neoliberal, que han privatizado el mercado del suelo y la vivienda oficiales. Los programas de vivienda oficiales, han tenido como interlocutor esencial al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuyos créditos se han orientado a los sectores medios y altos, excluyendo de los mismos a los sectores pobres de la ciudad, quienes se han visto obligados a resolver sus problemas de vivienda a partir de sus propios esfuerzos autogestionarios, siendo la autoconstrucción la experiencia práctica de producción social del hábitat. Configurando con ello, los rostros de la ciudades en el continente.
Un Enfoque Humano sobre el Derecho a la Vivienda y el Hábitat:
• La puesta en práctica de nuevas políticas sociales de vivienda y hábitat, orientadas a resolver los acuciantes problemas de acceso a la vivienda digna dejando de lado las orientaciones neoliberales que privatizan las políticas de viviendas.
• Como relato de lo anterior, resulta indispensable en primer lugar, fortalecer los procesos de integración regional y subregionales, como la Comunidad Sudamericana de Naciones, el MERCOSUR, la Comunidad Andina, el CARICOM, así como, la no suscripción de los TLC que promueve el Gobierno de los Estados Unidos, habidas cuentas de las graves consecuencias que acarrea para la vida de nuestros pueblos.
• En este camino, los Gobiernos Locales, Regionales y Estaduales, están llamados a jugar un rol fundamental en la construcción de condiciones de justicia social para nuestros pueblos(… ) para lo cual les proponemos la siguiente Plataforma:
1. Reconocer irrestrictamente el Derecho Humano a la Vivienda, establecido por el art. 11 del Pacto Internacional de los Derechos Economicos, Sociales y Culturales; el art. 34 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos ratificada por todos los países de América Latina y el Caribe, y el apoyo a la toma de palabra de los habitantes, los verdaderos hacedores de la ciudades, a los intercambios de experiencias y el partenariado.
2. Aprobar la Carta del Derecho a la Ciudad anexada a la presente
3. Declarar la moratoria continental de los desalojos, a través de:
• la institucionalización de los territorios “Libres de Desalojos”;
• el bloqueo de las inversiones nacionales o extranjeras en infraestructura y especulativas que provoquen desalojos sin reubicación digna y concertada;
• apoyo de la cooperación internacional a procesos de paz con justicia en los territorios de guerra.
4. Formular y adoptar planes de desarrollo barrial, municipal y metropolitanos de forma participativa que garanticen el acceso a la tierra urbana al conjunto de los y de las ciudadano/nas
5. Establecer Mesas de concertación de suelo y vivienda a nivel local, nacional y regional para:
• la regularización y la titulación no especulativa de la tenencia de la tierra;
• el desarrollo de planes por la vivienda social pública y cooperativa basados en el principio de la casa como derecho humano;
• la puesta en marcha de políticas de vivienda social;
• la constitución de Fondos Populares por la Tierra y la Vivienda financiados por la cancelación de la deuda exterior, que contribuyan a dar seguridad del suelo y la vivienda a los habitantes;
• el reasentamiento acordado y digno, pago de indemnización a las comunidades movilizadas, inclusas las afectadas por desastres.
6. El bloqueo de las liberalizaciones del sector inmobiliario, la privatizaciones de los recursos naturales hídricos y de las empresas publicas de servicios.
. www.ecoportal.net
* Atentamente
Cesare Ottolini - coordinador AIH - ALIANZA INTERNACIONAL DE HABITANTES
c/o Unione Inquilini, via Bettella, 2/ter - 35133 – Padova – Italia-
También es interesante lo que señala Gustavo González, en su blog:
"Las necesidades de vivienda de los sectores menos favorecidos de América Latina ayudarán a enfrentar los efectos de la crisis global.
En los últimos años preocupa una ofensiva desatada a favor de los desalojos de las denominadas invasiones u ocupaciones de tierra. Más preocupante aún lo es el caso de Uruguay considerado un país de avanzada en cuanto a muchos aspectos de vivienda, como lo es el ejemplo claro del Cooperativismo de Vivienda y su desarrollo. Sin embargo fue en el año 2008 que por unanimidad el Parlamento de ese país aprueba un gran retroceso llevando el tema a la órbita penal sacándolo de la órbita civil.
Criminalizando de esta forma la lucha social por un lugar donde vivir, priorizando los intereses de los que lucran con el engorde de tierras frente a los miles que carecen de ellas. Lo mismo sucede en Argentina, ambos países ya han sido denunciados por la organización CHORE en su permanente lucha contra los desalojos masivos y sus consecuencias
."
Gustavo González coordinador del programa de Vivienda y Hábitat del Centro Cooperativo Sueco (SCC) en América Latina Ha sido tres veces Secretario General y dos veces Presidente de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM).
La ciudad actual
Un esquema imaginado por los humanistas dfe principios del siglo XX, supone el uso racional del tiempo permitido por las grandes ciudades: 8 horas para trabajar; 8 para descansar; 8 para el esparcimiento. La sociedad de consumo nos ofrece otra realidad. En el mejor de los casos, 12, 14, 16 horas para trabajar; en el peor, 0 horas, la desocupación.
Quienes suponen haber logrado las dos primeras etapas, encuentran que, además de las excesivas horas de trabajo, las distancias entre la vivienda y lugar de trabajo, le consumen gran parte de su tiempo y de su presupuesto.
A esto le debemos agregar la permanente agresión que significa circular por las ciudades. Aquellos que deben utilizar transportes públicos, sufren el pésimo estado de lo que debería ser un servicio social. Los que circulan en automóvil, deben enfrentar la colosal aglomeración de vehículos, en un sistema de tránsito desordenado hasta el surrealismo. Vehículos construidos para desplazarse cada vez a mayor velocidad, por los congestionamientos, circulan a un mínimo de su velocidad, expulsando gases que contaminan el aire y alteran los nervios de toda la ciudad, con sus bocinazos, arranques, choques cotidianos.
Dice Armando Tejada Gómez: “Las ciudades son fríos hoteles transitorios / debe ser espantoso morir en las ciudades / porque no han hecho nada por amor / tantas cosas”

Federico Engels

En el siglo XIX, Federico Engels, frente al movimiento de las calles de Londres, decía: “La brutal indiferencia, el duro aislamiento de cada individuo en sus intereses privados, aparecen tanto más desagradables y chocantes, cuanto más juntos estén estos individuos en pequeños espacios, y, aún sabiendo que el aislamiento de cada uno, en ese recóndito egoísmo, es por todas partes el principio básico de nuestra sociedad actual, en ningún lugar aparece tan vergonzosamente al descubierto, tan conciente, como aquí, entre la multitud de las grandes ciudades”Imaginemos una cárcel. Largos pasillos, por donde se circula por razones estrictamente necesarias, rápidamente y en silencio; con un severo control, de guardias armados. A su alrededor, celdas o pabellones, cerrados con rejas que, al mismo tiempo que impiden la libre entrada o salida de sus ocupantes, impide también la comunicación entre los ocupantes de celdas o pabellones. Veamos ahora una gran ciudad. Largas calles (¿pasillos?) que dejaron de ser arterias de comunicación del barrio, con los jóvenes reunidos en las esquinas, o los mayores sentados a la puerta de sus casas. Ahora se circula por razones estrictamente necesarias, con un severo control de guardias (vigilancia privada). A su alrededor, viviendas cerradas con rejas, que impiden la libre entrada o salida de sus ocupantes, impidiendo también las comunicación entre, vecinos. Hay edificios de departamentos, donde un guardia exige, para permitir el ingreso, tanta información como la que se reclama en los servicios de inteligencia. O en una cárcel.
De todas maneras, esto no es una realidad absoluta. Como todo hecho humano, es complejo y contradictorio, si bien, la agrupación, que en muchos casos se parece a una segregación, en barrios o zonas, según una clasificación no escrita, es una constante en la planificación urbana.
Las organizaciones sociales surgidas en los barrios suburbanos, no están motivadas por la preservación de las instituciones dominantes, sino por la defensa de mínimos intereses comunes, que implican el enfrentamiento y la ruptura con los mismos. El realismo mágico latinoamericano, le agregó a estos sectores, las villas miserias.
En otros sectores se encuentran las viviendas de mayor categoría económica; centros comerciales magnificados en tamaño, calidad y servicios; vías de comunicación amplias y rápidas, toda la gama de medios de transporte, que permite la rápida comunicación con el resto de la ciudad; incluso puertos y aeropuertos; un buen número de centros de enseñanza de todos los niveles; lugares de esparcimiento y de práctica de deportes (práctica activa, los estadios destinados al deporte espectáculo, son orientados hacia las clases bajas); restaurantes; lavanderías; salones de belleza.
En definitiva, la ciudad, como campo de batalla, en el enfrentamiento por la ocupación del espacio urbano, es algo así, como la síntesis de la lucha de clases

viernes, 8 de enero de 2010

La cultura de la violencia

Ajustarse a la clásica definición: “consiste en utilizar la fuerza para obligar a alguien a proceder en contra de su voluntad”, es reducir el problema a términos primarios, en una sociedad ideal. Sin dejar de lado los aspectos éticos o penales, que atienden a las conductas delictivas, el verdadero problema hay que ubicarlo en las condiciones de vida creadas por el poder.
Debemos diferenciar entre el hecho de violencia y la situación de violencia. El primero es la acción directa de un ser humano sobre otro. Podemos atribuirlo a la condición humana, casi podemos considerarlo como anecdótico, en tanto no sea una reacción colectiva frente a una injusticia.
La situación de violencia responde a una serie de factores. Desde el sometimiento económico, con toda la carga de recursos a su disposición (la acción de los monopolios; la especulación; las devaluaciones, no por necesidades reales, sino por fines especulativos; las alzas permanentes de los artículos de primera necesidad; el congelamiento de salarios; la desocupación; pasando por la violación a los derechos fundamentales: vivienda, salud, educación; desemboca inevitablemente en el hecho violento, reacción de las fuerzas populares, con la consiguiente represión de las fuerzas policiales.
La interpretación más común, es que la violencia es una condición natural; que violencia hubo siempre, que la diferencia actual es que tenemos mayor información.
“la violencia está por todas partes, abierta, brutal, omnipresente y multiforme; sutil, insidiosa, racionalizada, científica, condensada, solidificada, anónima, abstracta, irresponsable (…) No es el momento de preguntarse si la revolución estructural que el mundo precisa, supone necesariamente la violencia. Es preciso observa que la violencia ya existe y es ejercida de modo inconsciente algunas veces, por aquellos mismos que la denuncian como un flagelo para la sociedad”, Monseñor Elder Cámara.
ReflexionesCon el necesario y no muy secreto propósito de institucionalizar la violencia estructural, se suman con notable entusiasmo, proclamando elogios de distinto calibre, al orden establecido y al sistema, militares, juristas, educadores, comerciantes, industriales, sectores de la iglesia, intelectuales, filósofos, y especialmente una prensa envilecida.
La violencia institucionalizada, fundamenta y explica la transformación de los ejércitos nacionales de América Latina, en ejércitos de ocupación de sus propios países; el armamentismo, que por otra parte, es uno de los negocios más rentables y una de las industrias más poderosas del sistema; la red de control de cada persona a escala mundial; la militarización de la educación; la organización y profunda colaboración de las fuerzas de represión de todo el mundo; que los artistas, los intelectuales y los trabajadores, sean permanentes sospechosos.
Una de las características de la sociedad capitalista, es la violencia cotidiana, la violencia como metodología de proyectos políticos, como herramienta de dominación.
Dos guerras mundiales en menos de cincuenta años; (la segunda. Con más de 55 millones de muertos en batalla, y más de 8 millones en los campos de concentración); guerras regionales, internacionales; revoluciones y contra revoluciones armadas, sociales, políticas religiosas, con terroríficos resultados de pérdidas de vías humanas, materiales y ecológicas; campos de
concentración (no sólo de los nazis alemanes); la tortura aplicada como sistema, con asistencia técnica y científica; una feroz asociación científica-técnica- militar ; creación y utilización de armas nucleares, químicas y psicológicas; cuerpos paramilitares en todo el mundo; huelgas sangrientamente reprimidas; genocidios; etnocidios; organizaciones criminales al servicio de partidos políticos, etc. etc.
A este panorama, lamentablemente se le agregan el tráfico de drogas, vinculado al poder político y montado como empresas multinacionales; la trata de blancas, especialmente aplicada a la explotación de los niños; demostraciones de poder de la mafia; el asesinato como método político; hechos delictivos perpetrados con una violencia innecesaria, desproporcionada y feroz.
Todo esto, dentro del marco de la violencia económica más brutal de la historia. Millones de seres humanos en el mundo, sometidos a relaciones de trabajo similares a la condición servil de la Edad Media, más aún, de la esclavitud.,
Pero estos son los afortunados de la miseria, un escalón más abajo, se encuentran los millones de desocupados, que de la posmodernidad, sólo conocen el hambre.
Nuestro país no se mantiene al margen de este proceso, Cada una de las dictaduras militares que se fueron sucediendo, aumentaron el grado de violencia. En una natural correspondencia.las instituciones que sostienen y obedecen al Estado, Aumentaron su carácter represor, como único modo de cumplir su cometido.
Esta sistematización de la violencia, produce la respuesta violenta de los oprimidos. Así se fue gestando en su momento la resistencia peronista, que culmina en los años 60 y 70, con la lucha armada, que se corresponde con un amplio movimiento de liberación que circula por América Latina y el mundo, bajo el poderoso0 influjo de la guerra de Viet nam y de la Revolución Cubana.
La última dictadura militar, que también respondió a un proyecto continental, proyectado en los centros financieros de Estados Unidos, se destacó por desbordar los límites de la ferocidad, pro no fueron irracionales ni improvisados.
Vulneró pautas culturales e instaló nuevas; debilitó los conceptos e solidaridad, compromiso social, respeto a las instituciones y el escaso sentido de nacionalidad que podían conservar algunos sectores; instaló la cultura del terror; el culto a la dependencia; destruyó el andamiaje político, sindical y social; instituyó una cultura de sometimiento y desesperanza.
Hay un aspecto que me interés destacar. La dictadura se caracterizó entre otras cosas, por fijar normas y modificarlas sin aviso. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires, determinaban que los automóviles que tenían patente que terminaran en número par, podían entrar al centro, los días pares; en cualquier momento y sin previo aviso, estos
automóviles eran multados porque el día había sido cambiado. En determinadas zonas, se podía estacionar sobre las aceras que tenían número par, por medio de la correspondiente multa, el ciudadano se enteraba del misterioso cambio de acera.
Esto formaba parte de un cuidadoso y siniestro plan, ensayado primero en las cárceles de máxima seguridad. Es necesario ubicarse en un sistema carcelario, donde los presos políticos estaban desconectados de sus familiares, amigos, incluso de sus compañeros presos, no tenían permitido leer libros, diarios ni revistas; la situación habitual era la de estar confinado en celdas individuales.
Al viejo y conocido método del policía bueno y el policía malo, le fueron incorporando sutiles agregados. Dentro de las normas no escritas de la cárcel, era sabido que no se podía circular por los pasillos caminando, había que hacerlo al trote; en cualquier momento, quien marchaba al trote, era castigado por esto. Dentro de la dureza de la cárcel, el turno de la “guardia buena”, significaba pequeñas felicidades, como conversar en grupo o comunicarse de una celda a otra; sorpresivamente la “guardia buena” se convertía en perversa y la “guardia mala” en generosa y permisiva.
Podríamos llenar un libro con ejemplos como estos. Lo importante es ¿Cuál era el objetivo?
En primer lugar alterar las nociones sobre lo que está bien o lo que está mal, minar las convicciones. De allí, está a un paso el cuestionamiento sobre la conducta y la trayectoria personal. Finalmente instalar en la conciencia de los más débiles, que quizás los verdugos tienen razón.
Finalmente esta feroz dictadura, instaló en los resortes más íntimos de muchos individuos y de la sociedad en general, una absoluta falta de respeto por el derecho a la vida. Crece y se desarrolla un círculo infernal: una delincuencia salvaje, una policía de "gatillo fácil” y un ciudadano que entiende que es válido hacer justicia por sus propias manos.
El suicidioLa violencia no se expresa sólo en la agresión hacia el otro, una de sus formas, no menos trágica y terrible, es la agresión hacia uno mismo, su manifestación extrema es el suicidio, y uno de los sectores donde se manifiesta con mayor crudeza es el de la adolescencia y la juventud.
Un informe de UNICEF, de 2005, dice:
En 2000, 29.350 personas murieron por suicidio en los E.E.U.U. Más de 90 por ciento de la gente que se mata tienen un desorden mental diagnosticable, comúnmente un desorden depresivo o un desorden del abuso de la sustancia.
Las tarifas más altas del suicidio de los E.E.U.U. se encuentran en los hombres blancos sobre la edad 85.
En 2000, el suicidio era la tercera causa principal de la muerte entre 15 a 24 años
Cuatro veces tantos hombres como mujeres mueren por suicidio; sin embargo, las mujeres procuran suicidio dos a tres veces más a menudo que hombres”.
Otro informe, suministrado también por UNICEF, dice:
“Uno de los problemas de Salud más relevantes en las última década es el suicidio en jóvenes, el que va constituyendo una proporción cada vez mayor en las estadísticas de muerte en niños y adolescentes, llegando a ser -en los Estados Unidos- la segunda causa de muerte en el grupo etario de quince a veinticuatro años. Lamentablemente, vemos que las cifras que afectan a países desarrollados se van replicando en nuestro medio, por lo que poco a poco vamos llegando a los niveles mencionados”.
Fuente (Office of Mental Health Community Outreach & Public Education Office)
“El caso de una adolescente que se disparó en la escuela, pone de manifiesto una situación crítica: el aumento de suicidios entre los más jóvenes. Los especialistas advierten que el incremento es continuo desde 1990, y que esa suba se aceleró en los últimos meses. El grupo de mayor riesgo es el de los jóvenes varones de 25 años”
Página 12. 17 de mayo de 2002.
Emilio Durkheim afirma que el suicidio es la trágica denuncia individual de una crisis colectiva. Ya no es posible entender al suicida como el protagonista exclusivo ni encararlo como un fenómeno indvidual.
Los estudioso del tema coinciden en la importancia de las características violentas del entorno, la familia y la sociedad en que vivimos, Vivir en una época que impuso y legitimó las conductas autodestructivas, como las adiciones socializadas, la pérdida de la individualidad y las prácticas explotadoras, señala las claves para determinar las causas de la actitud suicida de los jóvenes.
También el papel de los medios de comunicación. El suicidio de famosos provoca una corriente de imitadores. Esta actitud es proporcional al espacio y características de la información dada por los medios. El suicido no es contagioso. Sus protagonistas son personas dispuestas al suicido. La noticia suele estimularlos por identificación con el personaje y el deseo de atraer la atención de la misma manera que lo logró el famoso. El resultado de esta presión sobre las últimas generaciones, es una sociedad que, entre otros males, está enferma de violencia.

¿Se puede enfrentar a la violencia?
Intentar comprender la violencia sólo desde los principios éticos de la sociedad capitalista, no nos lleva a una respuesta correcta. No se puede ni se debe dejar de lado la participación y la responsabilidad de los sectores de poder. Es decir, debemos enfocarlos como un problema con raíces sociales y políticas.
Esto nos lleva a otra conclusión. Si la violencia es un componente ineludible del capitalismo, por una parte nos dice de la falsedad de los valores que propone; por otra, nos está señalando uno de los síntomas de su descomposición.
Ortega y Gasset define a la violencia como “razón desesperada”. Pienso que esto se puede aplicar a la violencia ejercida como actitud de defensa. La violencia practicada por el poder, cuya finalidad es conservar las estructuras de injusticia y explotación, en beneficio de unos pocos, sin respeto por el derecho y las legítimas esperanzas de calidad de vida, de la mayoría, más que una “razón desesperada”, es la falta de razón, que lleva a los límites de locura o de perversidad sistematizada.
Es sumamente valiosa, la declaración de los sacerdotes por la opción por los pobres, hecha pública el 29 de diciembre de 21006, con la firma de Leonardo Boff. Algunos párrafos:
La construcción de la paz - 2006-12-29
"… ¿Cómo construir la paz en un contexto tan adverso? Seguramente necesitamos superar el viejo paradigma todavía dominante, cuyas raíces se encuentran en la cultura patriarcal. Su eje estructurador es la voluntad de poder-dominación. (…) Se trata de un proyecto ambicioso y prometeico de conquistar el mundo entero, someter a pueblos y dominar la naturaleza. Este proyecto no reconoce límites: ha penetrado en el corazón de la materia y ha invadido el espacio sagrado de la vida. Y es radicalmente antropocéntrico
. Sólo cuenta el ser humano en guerra contra la naturaleza.
No es de admirar que, en su desenfreno
conquistador, haya provocado el principio de la autodestrucción: ha construido una máquina de muerte, capaz de destruirse a sí mismo de muy diferentes formas –ése es su carácter suicida- y de dañar gran parte de la biosfera
.
Ha sido la voluntad de poder-dominación lo que ha dado origen al ejército, a la guerra, a la actual forma del Estado, a la modernidad técnico-científica y a la
mundialización
. Sin frenos, ¿a dónde nos llevará? Seguramente, no al reino de la libertad, de los derechos, de la cooperación y del respeto. ¿Qué paz podemos esperar?
La paz sólo es posible como obra de la justicia. Ninguna sociedad tendrá futuro si se asienta sobre una injusticia estructural e histórica, como la nuestra. Lo básico de la idea de la justicia es esta afirmación, «verdadera declaración de amor a la humanidad»: para cada uno, según sus necesidades (físicas,
psicológicas, culturales y espirituales) , y de cada uno, según sus capacidades (físicas, intelectuales y morales). (…) Si no se da una reconstrucción de las relaciones, para que sean más justas, igualitarias e incluyentes, nos veremos obligados a convivir con los conflictos y las guerras. La paz exige reparaciones históricas, y políticas compensatorias que los dominadores históricos se niegan a introducir. /…) Esta paz tiene su fundamento en la naturaleza misma del ser humano.(...) Hay culturas todavía hoy existentes para las cuales es posible un trato humano y fraterno entre las personas y los ciudadanos.(…) Dar primacía al paradigma del cuidado y mantener bajo severa vigilancia el de la conquista hará posible la paz y la concordia entre las personas y en la sociedad mundial
. " Leonardo Boff Teólogo brasileño. Fraile franciscano, estudió teología en el instituto de su orden en Petrópolis y en varias universidades, doctorándose en Munich (1972). Profesor de teología en el Instituto de Teología Franciscano de Petrópolis, dirigió la Revista eclesiástica brasileira. Boff es considerado uno de los mayores renovadores de la teología de la liberación latinoamericana, Su doctrina quedó expuesta principalmente en obras como Pasión de Cristo, pasión del mundo (1977), Las comunidades de base reinventan la Iglesia (1979) o La vida religiosa en el proceso de liberación (1979). Y la Iglesia se hizo pueblo (1987). Sus problemas con la ortodoxia de la Iglesia católica fueron constantes y en 1991 abandonó la cátedra de teología de Petrópolis por discrepancias con el entonces cardenal Joseph Ratzinger (designado Papa en 2005 con el nombre de Benedicto XVI). También fue sustituido al frente de la revista Voces y en Roma se impuso censura previa a todos sus escritos.
Es imprescindible para un artículo como este, tener en cuenta el manejo político de los sectores de derecha, en su “campaña contra la violencia” (violencia de la cual, son precisamente ellos, los responsables). En este sentido, resulta alentador y saludable para la vida democrática, el reciente documento elaborado por una cantidad importante de personalidades, de distintos sectores “Diez puntos de acuerdo por la seguridad democrática”. Transcribo algunos párrafos.
“Las respuestas estatales autoritarias e ineficientes frente al delito y la fuerte dosis de exclusión y violencia que domina el debate público y orienta muchas de las acciones del Estado en la materia exigen una discusión abierta y pluralista, (…) Esta situación exige instituciones de seguridad comprometidas con valores democráticos y el rechazo a políticas demagógicas e improvisadas, dirigidas a generar expectativas sociales en la eficacia de medidas abusivas que sólo agravan el problema y reproducen la violencia.
1 El Estado frente al problema del
delito. En nuestro país, la acción del Estado frente al incremento de la violencia y el delito se ha limitado mayormente a respuestas facilistas y autoritarias que consolidaron la ineficacia policial, judicial y penitenciaria.(…) 2 El engaño de la mano dura. Las políticas de mano dura no han reducido el delito, han aumentado la violencia y, en algunos casos, hasta han amenazado la gobernabilidad democrática.La delegación de la seguridad en las policías, el incremento de las penas, el debilitamiento de las garantías y las políticas centradas en el encarcelamiento masivo basado en la prisión preventiva son los ejes recurrentes de estas políticas de mano dura. Los reiterados fracasos de estas políticas han sido utilizados para insistir con las mismas recetas, en una espiral irresponsable que nunca rindió cuenta de sus resultados. (…) 3 Responsabilidad del Estado. El Estado tiene la responsabilidad de asegurar a la población el libre ejercicio y goce de sus derechos. La construcción de una ciudadanía respetuosa de la ley es el camino indicado, pero si la ley resulta quebrantada, el Estado debe proveer los medios necesarios para individualizar a los responsables y sancionarlos cuando corresponda. Una adecuada política criminal y de seguridad requiere: una policía eficaz en la prevención, de alta profesionalidad y debidamente remunerada; una Justicia penal que investigue y juzgue en tiempo oportuno a quienes infringen la ley, garantice la plena observancia de las reglas del debido proceso y de la defensa en juicio, y un sistema penitenciario que asegure condiciones dignas de encarcelamiento y de ejecución de la pena con sentido resocializador. 4  Una concepción integral de la seguridad. La manera eficaz de avanzar sobre el problema implica operar sobre las causas del delito y las redes de criminalidad con miras a reducir la violencia en todas sus formas. Una concepción integral de la seguridad implica tanto la prevención de la violencia física como la garantía de condiciones de vida dignas para toda la población. Para avanzar en un abordaje integral y efectivo del problema de la seguridad, el diseño e implementación de políticas democráticas debe surgir de diagnósticos basados en información veraz y accesible al público (…) 6 Desactivar las redes del delito para reducir la violencia. Las medidas meramente represivas con las que se insiste ante cada crisis de inseguridad apuntan a perseguir los pequeños delitos y a los autores más jóvenes, bajo la falsa creencia de que así se limita el avance de la criminalidad. La realidad indica que un gran porcentaje de los delitos comunes está asociado a la acción de poderosas redes delictivas y a un importante mercado ilegal de armas que aumenta los riesgos para la vida y la integridad de las personas. Por lo tanto, reducir la violencia que alarma a nuestra sociedad exige reorientar los recursos de prevención y de investigación penal hacia la desactivación de estas redes de delito y de los mercados ilegales. (…) 8 El papel de la Justicia. El Poder Judicial y el Ministerio Público tienen una doble responsabilidad fundamental en el impulso de políticas de seguridad democráticas, en la investigación rápida y eficaz de los delitos y el control sobre el uso de la prisión preventiva, las condiciones de detención y la violencia institucional. 9 Cumplimiento de las penas en un Estado de Derecho. En nuestro país hay cerca de sesenta mil personas privadas de libertad. Las condiciones inhumanas de detención, los índices sostenidos de sobrepoblación en cárceles, comisarías e institutos de menores, la ausencia de reinserción social, las prácticas sistemáticas de violencia, tortura y una enorme mayoría de presos sin condena son los rasgos más evidentes de los lugares de detención. Una política democrática de seguridad tiene que ocuparse por que el cumplimiento de la prisión preventiva y de la pena se dé en condiciones dignas y aptas para la readaptación de la persona condenada y no contribuya, como hasta ahora, a la reproducción y agravamiento de los problemas críticos de violencia, injusticia y delito que se propone resolver”.
En esta permanente situación de violencia, los pueblos pueden y suelen reaccionar con hechos o actitudes de violencia, que en realidad debemos mencionar como contraviolencia. El grado de violencia institucionalizado, es decir, de represión, en cuanto hace más dolorosa, insoportable y desesperanzada la existencia de los pueblos dependientes, pueden transformar esta contraviolencia, en violencia revolucionaria. La contraviolencia va surgiendo en la conciencia de los pueblos, cuando se agota su paciencia y llegan al grado de entender y sentir, que ya no pueden ni deben tolerar más injusticias. Cuando llegan a entender que las instituciones funcionan al servicio de unos pocos; que los oprime y les cierra los caminos políticos, jurídicos, parlamentarios, periodísticos, impidiéndoles hacer escuchar sus reclamos. Que jamás son consultados para las decisiones fundamentales, condenándolos cada vez más, a la marginación.
Que frente a la mínima intención de organizarse, deben sufrir la desproporcionada agresión de las fuerzas d represión, las bandas parapoliciales, y la prensa monopólica.
Camilo Torres dice en sus “Escritos”:

Camilo TorresLa revolución puede ser pacífica, si las minorías no ofrecen resistencia”. Y Juan XXIII: “Dad ahora a los demás de buena gana, para que no llegue el día en que los demás lo tomen por la fuerza”
Pero este recurso corre el riesgo de convertirse en un camino sin salida. La violencia sin un proyecto político, sólo favorece al fascismo.
Intuyo que las respuestas definitivas, están en América Latina y África, por su condición de marginadas, lo cual les permite ciertos márgenes libres de la sumisión a la sociedad de consumo; donde hay quienes enseñan por afuera de los planes instituidos; se cura por debajo o al costado de la medicina comercial; donde la actividad artística o intelectual, está motivada por una necesidad o sentido de liberación. Este es otro de los gigantescos desafíos que nos propone la época que nos tocó vivir.